Inmerso en las labores de los días
Y lo incierto de las noches sin rumbo,
Mi lamento ahogo en lo más profundo
Del ponto, agua oscura en que me hundía.
Saliendo del ojo, ¡Oh gota salina!
Ya relegado a la sombra el escudo,
Luz de albor, tornas en cristal el muro
Y engendras de la savia otra semilla.
Mas, cuando en embudo, abisales simas
Desde los cielos se ciernen, y el mudo
Grito atrona y tortura, a ti acudo,
Mi dulce centro, ofreciendo éstas rimas.
¡Oh luz primera! Traéme en ésta vida
Lo que no aguarda tras el sueño oscuro;
Pues del gris al negro tiende el futuro
Si el alma se hace árida en la huida.