Cómo un barco navega
el mar oscuro y en la tempestad se adentra;
es remero ,el corazón, cuando brega con
temor dentro la sentina.
De goces y plaños, hace estelas de vida.
Más, presto, el añorar se subleva,
entrecerrando ojos hacia hoyos que alzan la vía;
tropezando tinieblas,
siendo el abismo, elección,
del espejo dónde mañana se hunda el día.
Estando la noche por la sombra
poseída, abate -oh viento!- el vacío de estrellas,
pues el alma tiembla
y se anega en luz de invierno,
como teme y espera el frío la flor del almendro.
Toda inquietud huída;
extraído, de dentro el pecho, el tiro -pétalo de fuego-
tornando ceniza en chispa,
quedando tan solo un poco;
la llama, que adentro el alba, nunca se muere.
