Vivimos anegados en la duda
de si el existir es una prisión
obrada sobre ésa vacua pulsión
que al alma y la materia deja mudas.
Habita el mundo en la ausencia desnuda;
somos libres de su falsa visión
teniendo solamente por misión
la osadía de ir a matar al Buda.
Quiero, con el cariño en el obrar,
hacer del cuerpo y del vacío hogar
y aprender a amar ésta casa austera;
sigo, en la senda que da a la ribera,
el río que peregrina hacia el mar
cómo éste otoño hacia la primavera.
Roberto Abelardo